Crónica de ruta hacia Cabezas de Hierro

El pasado sábado realizamos una de las rutas previstas en noviembre, esta vez en busca de las primeras nieves.

La lluvia había puesto a prueba nuestra indumentaria.

Iniciamos el recorrido desde el puerto de Cotos y, tal como estaba pronosticado, la temperatura era baja (1º C) y pronto empezó a llover y a nevar.

Hacia el valle del Silencio
El entorno era propio de otoño en alta montaña: muy húmedo, mucho agua y frío, pero sin nieve (aunque hemos sabido que al día siguiente se cubrió del anhelado manto blanco).
El recorrido se desarrolló por uno de los senderos que partía del puerto de Cotos y que, remontando la loma de los Noruegos, cruzó la carretera que subía a la estación invernal de Valdesquí, para continuar hacia el valle del Silencio, donde cruzamos el primer arroyo: el de Guarramillas. Este primero sin problemas, pues disponía de un bucólico puente de madera (construcción esta de la que no pudimos beneficiarnos en posteriores ríos que tuvimos que sortear con equilibrios y ánimos, aunque algún senderista descubriera los entresijos de sus fondos…).
En el arroyo de Guarramillas (el que baja de la Bola del Mundo) empezó una copiosa nevada que no cuajó por lo húmedo del terreno, pero que adelantaba la tendencia meteorológica.

La nieve empezó a caer copiosamente
Con equilibrio y colaboración sorteamos los obstáculos

Siguiendo el refrán de "al mal tiempo buena cara", continuamos la marcha por el pinar que recorre las faldas de las cumbres de Cabezas de Hierro con buen humor aunque soportando la humedad  persistente, lo que no impidió hacer alguna parada para tomar fuerzas.

Reponiendo fuerzas para aliviar los estómagos
El recorrido fue haciéndose más "entretenido" a medida que encontrábamos otros arroyos que cruzar como el de los Cerradillos entre otros, que nos acercaba a nuestro destino: el collado de Valdemartín.

El vadeo de arroyos fue una constante en el recorrido
Aunque las brumas y las nubes fueron la tónica dominante, a veces dejaban ver nuestro destino y la parte alta de la cara norte de Cabezas de Hierro. A esa altitud podía verse el manto de nieve que si había cuajado (unos 2000 m aprox) y que también era objeto de nuestro deseo, aunque no pudimos alcanzar por la meteorología.

Al fondo, los espolones de la cara norte de Cabezas de Hierro.
Cuando la niebla parecía que empezada a bajar, y a falta de unos 40 ó 50 minutos de alcanzar el collado de Valdemartín, decidimos regresar por prudencia, ya que en ese punto no había sendero y sólo los hitos marcaban el itinerario correcto.

De regreso, hicimos una parada en el refugio del Pingarrón, donde nos cobijamos para tomar un rico y calentito caldo que algunas compañeras había llevado en termos.
Terminamos la ruta comiendo en la Venta Marcelino, bar que desde 1924 preside el puerto de Cotos.
A pesar de la cara menos amable de la montaña: nieblas, lluvia y temperaturas a la baja, acabamos respetandola a la vez que admirándola, porque eso también es montañismo; y  si es en buena compañía como fue, salimos satisfechos de la aventura y con ganas de repetir.

Otro de los arroyos que bajaba desde el cerro de Valdemartín
 Crónica y fotos de Adrián y Mariano.

Más fotos en los álbumes de Picassa y Facebook

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